Bicicletas plegables y ciclismo urbano

El socavón que destrozó mi cámara delantera

La otra noche me llevé un buen susto, pero creo que mi Roo salió peor parada. En parte fue responsabilidad mía, por exceso de confianza y despiste, pero tampoco voy a exculpar plenamente al Ayuntamiento de Alcalá de Henares, por tener en la calle una zanja de dimensiones considerables sin señalizar en una zona poco iluminada.

Me había acercado al campus para intentar hacer volar mi cometa – dicho sea de paso, sin éxito, porque en verano es casi imposible atrapar la menor brizna de aire en Alcalá – y se me hizo un poco tarde: empezaba a anochecer, no llevaba mis luces, y volvía a casa con prisa, es decir, a toda la velocidad que podía alcanzar mi bici. Creí ver a lo lejos (no soy precísamente un águila) un badén de estos que se han puesto tan de moda en las ciudades para evitar que los coches circulen demasiado rápido, y que son un auténtico fastidio cuando vas sobre cuatro ruedas, y un peligro cuando vas sobre dos. Me preparé para una buena dosis de desequilibrio, porque para mis rueditas de 20′ y mi larga barra del manillar a la rueda un badén de estos es una dura prueba, pero cuando estaba casi encima del obstáculo y sin posibilidad de esquivarlo me dí cuenta de que era una señora zanja con el tamaño preciso para que mi rueda quedase encajada dentro: me preparé para salir despedida por encima del manillar. Aún no sé muy bien cómo lo hice, pero la rueda no quedó encajada, y conseguí mantener el equilibrio. Eso sí, el encontronazo había sido tan brusco que ni los 4 Kg de presión de mi rueda delantera pudieron soportarlo, y la cámara quedó reventada.

¿Habría visto antes el socavón de haber llevado las luces de mi bici? Lo dudo: cuando es de noche, estas luces sirven sobre todo para que los coches y otros usuarios de la vía te vean a tí, pero no son una gran ayuda para mejorar tu visión. El socavón estaba en una calle iluminada pobremente con farolas bastante distantes unas de otras, sin locales comerciales luminosos alrededor… Nada.

¿Podría haber ido más despacio? Ni loca: cuando circulas por una calle de circulación rápida no puedes permitir que los coches te adelanten, o al menos no que te adelanten a mucha más velocidad de la que tú llevas; un conductor que tiene que ir muy despacio detrás de una bici es un conductor a menudo “cabreado”, nervioso, y que genera un odio desproporcionado hacia el pobre ciclista que le lleva a adelantarle en situaciones inseguras – con falta de visibilidad, o sin espacio suficiente – con el retrovisor tódo lo próximo posible a su desprotegido cuerpo, y con un sonoro acelerón que debe de querer decir “¿cómo se te ocurre venir a molestar con tu asquerosa bici a mi flamante vehículo a motor?” Así que mi recomendación si tienes que circular por la calzada de una calle larga, casi recta, sin semaforos ni rotondas que obliguen a detenerse, en la que los coches van como mínimo a 50, y casi siempre a 70 u 80, procura ir todo lo rápido que puedas.

Extraje varias conclusiones de este incidente: la primera, que mi bici es más dura de lo que parece, reventé su cámara, pero no he localizado ninguna holgura en sus cierres, ni la menor deformidad en la llanta, así que mereció la pena invertir en ella; la segunda, que tengo que ser más previsora cuando salga en bici y no quedarme por ahí de noche y sin luces, cualquier coche podría arrollarme y ni enterarse; la tercera, que el Ayuntamiento de mi ciudad es irresponsable, o está completamente alejado de la realidad.

Irresponsable porque tener la ciudad llena de zanjas y socavones mal o nada señalizados por toda la ciudad durante varios meses es una fuente de accidentes, daños físicos y daños materiales para sus ciudadanos. Desde que voy en bici y más aún desde que voy en moto presto bastante atención a todas estas trampas que cubren las calzadas de calles y carreteras, y he observado que son muchas, que nunca están señalizadas, y que siempre pasa mucho tiempo antes de que alguien se decida a cerrar la zanja que abrió, reparar el socavón o la grieta que apareció, o tener cuidado, al reasfaltar una zona, de no convertir las alcantarillas en un escalón bastante doloroso para la amortiguación de cualquier vehículo. Eso, si no pasan a formar parte permanente del paisaje de la ciudad.

Alejado de la realidad porque cada vez hay más personas que se mueven en bici o moto, y como decía más arriba, si todos estos obstáculos son un fastidio habitual para los conductores de coches y furgonetas, para los que nos movemos sobre dos ruedas son un riesgo claro. Casi prefiero pensar que quienes gestionan mi ciudad desde el Ayuntamiento viven alejados de la realidad y no son conscientes de la cantidad de puntos negros que se multiplican en su municipio, tal vez porque se mueven sobre cuatro ruedas y no los sufren tan directamente. Pensar otra cosa sería pensar que, siendo conscientes de lo que hay, prefieren invertir los mermados fondos del Ayuntamiento en poner bombillas de colores durante las fiestas antes que en mejorar el estado de las vías.

De hacerlo conscientemente, quedaría demostrado que mi Ayuntamietno está gestionado por gente obtusa y con muy poca perspectiva: quienes buscamos medios de transporte sostenible somos ciudadanos comprometidos con la calidad de vida de nuestro municipio. Porque quienes circulamos en bici por nuestra ciudad lo hacemos por una amalgama de motivos que incluyen reducir la contaminación del aire que respiramos, nosotros y los demás; reducir la aglomeración de coches y los atascos y problemas de aparcamiento que de ello se derivan; mejorar el entorno para los paseantes, los que viven en Alcalá y los que vienen de fuera a visitar su casco histórico. Hay un sinfín de motivos, egoístas y altruistas, que nos llevan a pedalear por nuestras calles, que ya es bastante arriesgado sólo por la falta de consideración o la falta de costumbre de los conductores. ¿Por qué el Ayuntamiento de una ciudad turística como Alcalá de Henares no se decide a invertir en la seguridad de unos ciudadanos que mejoran la imagen de su municipio? Sí, sí, la mejoramos: ¿a alguno de vosotros le gusta ir respirando humo, oyendo claxons y esquivando coches mientras visita una bonita ciudad universitaria? ¿Cuántos de vosotros habéis visitado una ciudad del norte de Europa y habéis quedado fascinados por el reducido número de coches y la abundancia de ciclistas?

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