Bicicletas plegables de vacaciones en Cascais

He estado unos días de vacaciones, ya se nota por la última fecha de publicación. No tenía muy claro cuál sería mi destino de vacaciones, pero la llegada a última hora de unos amigos que se apuntaban a venirse de viaje “donde tocase” nos hizo decidirnos por la zona de Lisboa en Portugal: no es el típico destino montañero al que suelo ir, pero tampoco un lugar en el que me fuese a aburrir: ha demostrado ser un perfecto término medio para que tanto mi hiperactividad como el afán de relajación de mis amigos hayan tenido ocasión de verse satisfechos.

He aprovechado estos días para comprobar cómo se lleva esto del ciclismo urbano en Portugal, tanto en la capital como en ciudades y pueblos aledaños, y aunque el muestreo ha sido insuficiente como para sacar una conclusión fiable, lo cierto es que el balance no es muy positivo.

Aunque la costa central de Portugal es una zona con un clima bastante favorable, no detecté una apuesta clara por parte de las Administraciones por la movilidad en bicicleta – tampoco puedo decir que en España los Ayuntamientos estén volcados en este sentido – y la mayor parte de los ciudadanos lusos se decidían por el tranporte en su propio coche, así que casi todos los ciclistas que se veían por allí eran extranjeros. No habiendo una demanda considerable por parte de sus ciudadanos, ¿se puede pedir a la Administración que invierta en infraestructuras que pueden quedar sin uso?

Un Gobierno debería ser capaz de abastecer las demandas de sus ciudadanos, pero aunque esto pueda sonar un poco ilustracionista, también debería ser capaz de inducir en ellos comportamientos beneficiosos, incentivando las acciones positivas y desincentivando las acciones negativas. Con toda Europa trabajando en reducir su dependencia de los combustibles fósiles y en mejorar la calidad de vida en sus ciudades, apostando por una movilidad sostenible y una mejor calidad ambiental, es de esperar que la Administración lusa haga esfuerzos en este sentido. La cuestión es que hay mucha inversión por realizar en la mejora de la movilidad en Portugal, y temo que el ciclismo urbano aún queda muy lejos en la lista de prioridades.

En próximos posts os contaré cuál es la situación que he visto en Portugal para los que nos gusta movernos en bici.

¿Al trabajo en bici?

Hasta hace un año estaba trabajando en Madrid, junto a Avenida de la Ilustración. La parada de tren más cercana, Ramón y Cajal, estaba a unos cuatro kilómetros; el metro más próximo, Peñagrande, quedaba escasamente a un kilómetro, pero desde Alcalá y con una bici al lado me resultaba más cómodo hacer todo el camino en tren que hacer tres trasbordos; nunca me he manejado demasiado bien con los autobuses en Madrid, así que ni los tuve en consideración.

Por aquel entonces no podía ir en bici al trabajo tanto como quisiera, casi todos los días tenía que ir a visitar a un cliente, o a un montaje, y rara vez el destino era el centro de Madrid: Pozuelo de Alarcón, Tres Cantos o San Sebastián de los Reyes eran más habituales, y si no quería pasar todo el día desplazándome de un lado a otro, el coche parecía la mejor solución (la moto la tuve después). Sin embargo los días que pude ir en bici no tuve ningún problema, por la mañana era un placer bajar los 4 kilómetros de Fermín Caballero casi sin pedalear, y por las tardes, salvo que hiciese un calor sofocante, subir el camino de vuelta no se hacía difícil con una marcha suave. Nunca tuve ningún problema con los coches, pese a cruzar una de las zonas con más tráfico, y además en un momento en que la M30 estaba completamente levantada para su soterramiento.

Cuando cambié a un trabajo más “de oficina” y apenas a 15 kilómetros de mi casa parecía que iba a poder disfrutar de más mañanas similares: apenas dos paradas de tren y tres kilómetros y medio separan mi casa de mi oficina. Y sin embargo se me hace muy muy complicado ir a mi trabajo en bici, ¿por qué?

Pues porque unos dos kilómetros del recorrido discurren por un polígono industrial, y si a veces parece que a los conductores les cuesta asumir la presencia de ciclistas en ciudad, puedo aseguraros que en un polígono industrial les es imposible: el polígono industrial es el reino de la “tanqueta”; los especímenes de homo empresarius y algún que otro mandril campan a sus anchas por sus dominios en sus coches sobredimensionados y sus furgonetas sin preocuparse por las normas de tráfico ni la seguridad de cualquier otra persona que se cruce en su camino; probad a cruzar un paso de cebra en un polígono industrial del Corredor del Henares (los del norte de Madrid no son lo mismo, eso son “parques empresariales”, hábitat natural de los homo erectus multinacionalensis, bastante más civilizados), al menos 5 coches estarán cerca de arrollaros, más de uno tocará el claxon y os increpará. Porque este es su terreno, aquí sólo se admiten cochazos de un mínimo de cinco metros de largo, furgonetas y camiones. Aquí ciclistas, peatones o motoristas no tienen lugar, y si se adentran el los terrenos del homo empresarius deberán asumir los riesgos que de ello se deriven.

En un polígono industrial – al menos en los del Corredor del Henares – se aparca donde se quiere, y si se imposibilita la circulación en alguna calle, mejor que mejor, tema para las risotadas a la hora de comer; jamás – repito, jamás – se señaliza una maniobra con el intermitente, ¡eso es dar pistas al enemigo!; lo más divertido de circular por un polígono industrial es que puedes llevar una trayectoria vacilante, iniciar un giro a la derecha y cambiar brúscamente tu dirección para girar a la izquierda, detenerte en mitad de la calle sin motivo aparente, y no hacerlo cuando hay un semáforo rojo, y ni siquiera tienes que mirar por el retrovisor por si viene alguien, ¡si hay alguien detrás, que te esquive!.

Por supuesto, cuando conduces por un polígono industrial y te encuentras con una bicicleta es esencial realizar la maniobra disuasoria “por aquí no vuelvas, que es mi calle”: esta divertida maniobra consiste en acelerar revolucionando mucho el motor para que su ruido intimide al enemigo mientras te acercas, pegarte lo más posible a la bicicleta – que sienta el aliento de tu motor en su nuca – , adelantar en el peor momento (cuando venga alguien de frente, cuando estés a unos metros de un semáforo cerrado, cuando no tengas visibilidad…), muy muy cerca – si consigues un roce con el retrovisor es que eres todo un experto en maniobras disuasorias -, y con grandes aspavientos. Ni que decir tiene que si quien va sobre la bicicleta es una chica, es imprescindible agasajarla con algún comentario sexista. Esta maniobra que tan alegremente se pone en práctica en los polígonos industriales es potencialmente peligrosa para la integridad física o incluso la vida del ciclista, pero… ¡Es que se ha metido en territorio de tanquetas!

Si tienes el día piadoso también puedes hacer maniobras con intención más amistosa, aunque igualmente desanimarán al ciclista si tenía intenciones de volver a pasar por tus dominios: ponerte en paralelo y silbarle la melodía de “verano azul”, cuanto más cerca y más probabilidades haya de tirarlo al suelo, mejor; gritarle “vamos, Pericooooo…” “Vamos Induráaaaaain…” O “vamos Contadooooor…”, según la edad que tengas; añadir un “guaaaapaaaa.. ¿No quieres que te lleve, que hace mucho caloooor…?”; y en verano, qué mejor que ofrecerle un trago de agua colocándole la botella en la cara e impidiéndole ver hacia dónde va a estamparse.

Una raza curiosa esta que habita los polígonos industriales. Desde luego no son una mayoría, pero son suficientes como para pensárselo antes de atravesar uno en bicicleta. Veo difícil que vaya a construirse un carril bici que comunique la estación de Torrejón con el Polígono de San Fernando (una línea recta casi perfecta), si ya es difícil encontrar redes de carril bici correctamente planteadas, teniendo en cuenta las necesidades y las posibilidades de desplazamiento de los ciudadanos, imaginad lo que puede resultar de la coordinación entre dos Ayuntamientos. Aún así, veo cada vez más valientes que se arriesgan a ir a su trabajo en bici en el polígono: será el buen tiempo, serán los precios de los carburantes, los atascos… ¿O habrá cada vez más gente que piense que desplazarse sin contaminar es importante?

Miguel Sebastián y su plan para reducir el consumo energético

Aunque el término “sostenibilidad” esté bastante manido y ajado desde hace ya algún tiempo, sigue ocupando las mentes de muchos ciudadanos. No importa lo usada y abusada que haya sido, la sostenibilidad es un objetivo que nos vemos obligados a perseguir por economía – aumento de los precios del petróleo, del gas natural, de la energía eléctrica… -, y que deberíamos alcanzar por conciencia, porque queremos vivir y dejar un mundo – ahí va otro término marchito por el uso –habitable.

El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España ha presentado un paquete de treinta y una medidas para reducir el consumo energético, y aunque alguna de las que más ruido han hecho en la prensa pueda parecer una majadería (¿regalar bombillas de bajo consumo? ¿Qué repercusión tendrá esta medida cuando corresponde una a cada hogar que usa una media de 10 bombillas?¿cuán necesaria es si se van a retirar las incandescentes del mercado?¿No hay inversiones a largo plazo y más productivas que hacer?), las hay que se refieren a la movilidad urbana y más concretamente al uso de la bicicleta.

La medida número 13 del paquete habla de conseguir más financiación para apoyar más planes de movilidad urbana sostenible en más ciudades españolas, la número 16 plantea la extensión de los horarios de apertura del metro los fines de semana, y el punto 17 propone promover el transporte urbano en bicicleta mediante la ampliación de las redes de carriles bici urbanos y la puesta a disposición de los ciudadanos de bicicletas de uso público.

Se me ocurren bastantes más medidas a poner en marcha para incentivar el uso de la bicicleta urbana, como algún plan de sensibilización de automovilistas y peatones hacia las bicicletas, la inclusión – inspirada por mis últimos posts – de infraestructuras en autobuses, trenes y metro para poder llevar tu bicicleta y combinarla con estos medios de transporte, la mejora y el correcto mantenimiento de las calzadas… Pero estas dos medidas son un buen comienzo, siempre y cuando se planteen correctamente.

Seguramente tu ciudad cuenta con algún que otro carril bici, ¿verdad? Pero… ¿has probado a circular por él? Se hace patente la necesidad de planificar estas redes de carriles específicos, porque la mayoría de ellos se colocan en zonas alejadas de las ciudades, no comunican entre sí, llevan del punto A al punto B con menor interés… Porque, o no ha habido ningún planteamiento serio ni ninguna estrategia a la hora de determinar la ubicación de estos carriles, o se han considerado estructuras meramente recreativas, y no como una alternativa seria de transporte urbano. En Alcalá, por ejemplo, tenemos el campus universitario dividido en dos: las facultades de letras y ciencias sociales se ubican en el centro de la ciudad, casi siempre en edificios históricos, mientras que las facultades de ciencias médicas, ingenierías, etc, se sitúan en un campus “externo” a la ciudad, junto con las residencias para estudiantes. En una ciudad con alto atractivo para estudiantes Erasmus resulta chocante descubrir que no hay carriles bici que comuniquen un campus con otro, ni tan siquiera las facultades del centro están comunicadas entre sí. Abandonando el ámbito universitario, la zona centro es muy visitada por turistas, pero también es el centro económico de la ciudad, al que hay que acudir para casi cualquier gestión: con el Ayuntamiento, la Seguridad Social, para ir al médico, hacer tus compras… Pues no hay ni un sólo carril bici en el centro de la ciudad, ni que lleve de la estación de tren o de la estación de autobuses… a Ninguna parte: Alcalá de Henares cuenta con un carril bici que comunica un polígono industrial con uno de los extremos en que acaba la ciudad “residencial”; también hay un paseo – que no carril bici propiamente dicho – junto al río Henares, que delimita la ciudad en otro de sus extremos, y en el que, como es natural, es bastante complicada la convivencia con los peatones, que en este caso tienen toda la preferencia; en las últimas ampliaciones de la ciudad también se han hecho carriles bici, pero estos, una vez más, no comunican con el centro, no están siendo mantenidos y presentan un firme más que irregular debido a los levantamientos ocasionados por las raíces de los árboles, casi siempre están ocupados por peatones, y cuando no es así, están ocupados por… Kioskos de helados.

Barcelona ha sido pionera en la implantación de bicicletas de uso público con su sistema “bicing“, del que ya me estoy informando para alguno de mis próximos post. Ya me estuve informando algo durante el Bike Show de 2007 y me pareció una gran idea. Aunque algunos, por ejemplo yo, puedan preferir moverse sobre su propia bicicleta, este sistema te da toda la libertad para coger y dejar una bicicleta donde más te convenga, sin preocuparte porque te la roben o dañen. La red de estaciones parece que está muy bien estudiada, colocándolas siempre junto a estaciones de autobús, tren o metro, y aunque aún no están todas abiertas, pronto cubrirán todo el centro de Barcelona. Este sistema de bicis de uso público es de lo más flexible que se pueda plantear. Mientras que las redes de transporte público tradicionales tienen unas estaciones y unos recorridos fijos, y desplazan a todos los viajeros juntos, la bicicleta de uso público permite que cada usuario pueda desplazarse exáctamente hasta el punto que prefiera. Aunque aún tengo que acercarme por Barcelona para comprobar por mí misma la comodidad del sistema, creo que es una buena iniciativa que debería extenderse a muchas otras ciudades.

Este nuevo plan de reducción del consumo energético parece una buena oportunidad para el desarrollo del ciclismo urbano. Es una pena que muchas de las medidas dependan de Administraciones locales o regionales que, seguramente, retrasarán su puesta en marcha.

Combinar tu bicicleta con el Metro

En España, al menos hasta donde he podido averiguar, tenemos metro en Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia. Muy pronto también tendremos Metro en Sevilla en el marco de su plan para descongestionar el centro.

El Metro de Bilbao ha sido el único en que no he logrado encontrar nada en cuanto a la normativa para el transporte de bicicletas, pero he contactado con ellos y en cuanto me respondan os informaré puntualmente.

Mientras que en Madrid y Barcelona se restringe el acceso de bicicletas en horas punta de días laborales, el Metro de Valencia permite acceso pleno en días laborales, domingos y festivos, y restringe el acceso tan sólo los sábados por la tarde: aunque aún no me queda muy claro el motivo de restringir el acceso los sábados por la tarde, se agradece que se permita el transporte de bicicletas sin restricciones horarias en días laborales, parece que Valencia comprende muy bien el valor de la combinación de bicicleta y transporte público para la movilidad camino del trabajo o del colegio. Con esta afirmación no quiero decir que Madrid o Barcelona deban hacer lo mismo: he tenido la desgracia de necesitar viajar en la línea 1 de Metro de Madrid saliendo de Atocha hacia el norte cada mañana durante nueve largos meses, y ciertamente resultaría imposible encajar una bicicleta, plegable o no, entre tantos cuerpos aglutinados en cada vagón. Supongo que en Barcelona la situación será semejante, aunque en su caso los tramos horarios en que puedes llevar tu bicicleta contigo son mucho más amplios. Para poder permitir el transporte de bicicletas en el metro incluso en horas punta habría que estudiar seriamente el flujo de viajeros, las instalaciones que serían necesarias y bastantes aspectos que un ingeniero de obras públicas o de redes podría enumerar de forma mucho más completa que yo.

El caso de Valencia también llama la atención porque incluso cuentan con una guía de rutas que se pueden hacer para visitar la zona combinando el metro, el tranvía y la bicicleta, así que no sólo han valorado la importancia del uso de la bicicleta en la movilidad diaria, sino también para su uso recreativo.

También merece una mención especial el caso del Metro de Madrid, que como ya os adelantaba en mi post anterior, incluye en su normativa un párrafo relativo a las bicicletas plegables que dice así

“Finalmente, las bicicletas que vayan plegadas (así como las bicicletas infantiles), tendrán la consideración de bultos de mano, rigiéndose por la normativa propia de éstos establecida en el Artículo 2, Apartado b del Reglamento de Viajeros de Metro de Madrid.”

Ya sé que se dice mucho por ahí que Barcelona es una ciudad más “europea”, más moderna, más en la última tendencia… No lo voy a discutir, pero, ¡mira! Resulta que en Madrid hemos sido tantos “freaks” sobre una plegable que hasta el Metro ha tenido que meternos en su normativa, y esperemos que pronto lo hagan las demás redes de Metro.

Bicicletas plegables y Metro de Madrid

Estaba trabajando en mi próximo post en cuanto a la combinación de bicicleta y metro, y me he llevado una magnífica sorpresa, y es que Metro de Madrid cuenta en su normativa para viajeros con un párrafo específico para bicicletas plegables.

Aún tengo que comprobar las normativas de la red de metro de otras ciudades españolas, pero tenéis que disculparme que empiece por el metro de mi ciudad de referencia.

A primera vista parece que combinar bicicleta y metro es algo menos complejo que combinarla con el autobús. Fijáos en este canadiense camino del colegio.

httpv://www.youtube.com/watch?v=Ilvfge_oYQ4

Soporte para bicicletas en un autobús urbano

httpv://www.youtube.com/watch?v=p3XjiIOHwro

Si en mi anterior post hablaba de la iniciativa que empieza a funcionar en Francia, aquí tenemos a los californianos presentándonos una solución que ni siquiera requeriría modificar el interior de los autobuses.

Queda la duda de si la normativa de seguridad vial europea vería con buenos ojos esta instalación en el exterior de los autobuses, y comprobar cuántas bicicletas podrían llevarse.

Combinar tu bici con el autobús

Conozco de cerca el caso de Estraburgo como ciudad pionera en la inversión en transporte sostenible, y recuerdo los amplísimos parkings para bicicletas en las cabeceras de las principales líneas de autobús y tranvía. Estrasburgo me dará para otro post, baste aquí para hacer notar que no recuerdo haber visto un sólo parking para bicicletas en una parada de autobús en España.

Así que si deseas combinar el autobús con tu bici, tendrás que llevártela contigo. Da igual que tomes un larga distancia, un regional o un urbano, no puedes llevar tu bicicleta en el habitáculo de un autobús. Desde luego no hay espacio para guardar una bicicleta tradicional en ningún rincón del autobús, y en el caso de una bicicleta plegable todo depende del criterio del conductor del autobús, que por lo general es NO. Efectivamente, los autobuses tienen un riesgo mayor de sufrir accidentes que los trenes, y un proyectil del tamaño, peso y consistencia de una bicicleta plegada no debería introducirse en un autobús con todos los viajeros.

Así que para llevar tu bicicleta en el autobús, deberás abandonarla a su suerte en la bodega, donde suele dejarse también el equipaje más voluminoso, a merced de los vaivenes, chocando con los laterales, arrastrando contra el suelo… Un viaje movidito y poco saludable para tu bici. Yo que tú no lo haría, a no ser que tengas una maleta rígida en la que guardarla.

Yo suelo moverme sobre una bicicleta y con un ordenador portátil a cuestas, y he de decir que mi empresa no ha invertido en portátiles ligeros, así que cargo con unos 5 kg de ordenador, más su cargador, ratón y otros accesorios. Un peso considerable, un objeto contundente, y que sí que puedo subir al autobús.

Algunos autobuses franceses incorporan un espacio para bicicletas
Algunos autobuses franceses incorporan un espacio para bicicletas

Está claro que no es comparable el daño que puede ocasionar una bicicleta con el que pueda ocasionar mi ordenador, pero si viajas en autobuses urbanos e interurbanos a diario seguro que has visto a viajeros cargados con bultos grandes y pesados que podrían ser bastante peligrosos en una colisión, y que el conductor sí les permite subir al habitáculo. En la mayor parte de los casos, esos bultos podrían depositarse en la bodega del autobús, pero se suben al habitáculo para “ganar tiempo” y no obligar a una parada más prolongada para que los viajeros dejen o recojan sus pertenencias. En el caso de una bicicleta no hay modo seguro de dejarla en la bodega. Una vez más falta la infraestructura, no existe un lugar específico para dejar tu bicicleta. Puede que reste bastante espacio para los viajeros, pero algunas ciudades francesas – aún no es algo generalizado – han considerado que merecía la pena incluir esta instalación en sus autobuses. Ya investigaré qué motivos les han llevado a esta conclusión.

Combinar tu bicicleta con el tren

Según el artículo de Pro Vélo que mencionaba en la entrada anterior, una de las razones para usar una bici plegable frente a una tradicional es que la Red Nacional de Ferrocarriles Belgas tiene una oferta bastante restringida de parkings para bicicletas; además, desde 2005 ya no es necesario llevar las bicis plegables en una bolsa de transporte, y es gratuito llevarlas en autobuses, tranvías y metros. Otra ventaja es que la bicicleta cabe sin problemas en los portaequipajes de los trenes, o detrás de los asientos cuando están colocados respaldo con respaldo, como en los trenes belgas.

La verdad es que es revelador constatar que no todo son ventajas en Bélgica, pero… En España la oferta de parkings para bicis en las estaciones de tren no es que sea restringida, es que es prácticamente inexistente, y si la hay, ha sido instalada por el Ayuntamiento de la ciudad en que esté la estación, pero no por la RENFE. La posibilidad de que haya existido en algún momento una norma como la de utilizar una bolsa de transporte para llevar una bicicleta plegable es más que remota: este tipo de bicicletas ha llegado a España bastante recientemente.

¿Has probado a llevar tu bici en un tren? Las normas para el transporte de bicicletas en los trenes son un tanto restrictivas, aunque el hecho de que existan ya es un punto positivo.

En los trenes de larga distancia se admitirán bicicletas sólo en aquellos que tengan coche-cama o litera, siempre y cuando todos los ocupantes del departamento sean del mismo grupo (no vayamos a molestar a los viajeros de bien que no andan “dando guerra” con una bicicleta), y las bicicletas vayan debidamente embaladas, y no listas para su uso. En resumen, debes tratar tu bicicleta como parte de tu equipaje, y no como un medio de transporte más: no cuentes con llegar a tu destino y montarte en ella para desplazarte hasta tu alojamiento, salvo que cuentes con una plegable que puedas volver a montar rápidamente una vez en la estación. Así que, si sueles viajar en Ave a Madrid, Sevilla, Barcelona… Y visitar a empresas u organizaciones céntricas, una bici plegable puede evitarte algún que otro atasco y ayudarte a llegar a tiempo. Pero si tu idea es pasar unos días de vacaciones visitando la zona con una bicicleta tradicional, llevarás un bulto más y necesitarás un taxi con un buen maletero.

Soporte para bicicletas en un tren alemán
Soporte para bicicletas en un tren alemán

En los trenes regionales o de media distancia se admitirán bicicletas en los trenes que cuenten con un compartimento específico para su transporte, lo cual es comprensible y de agradecer, porque un bulto de un mínimo de 12 Kg lanzado contra los viajeros por un frenazo en caso de imprevisto es un riesgo que pocos querríamos asumir; pero no he visto muchos trenes de media distancia con compartimentos específicos para bicicletas, así que poder encajar tu plegable en los compartimentos para equipaje ya es otro punto a favor para tu bici; por otro lado, queda a criterio del conductor, revisor o quienquiera que tenga un mínimo de autoridad en el tren restringir el número de bicicletas transportadas en caso de saturación: esto es algo normal, pero la inexistencia de un criterio uniforme autoriza, por ejemplo, al revisor a impedirte subir tu bicicleta a un tren que esté al 60% de su ocupación, porque bajo su punto de vista está demasiado saturado. Además, que en un tren saturado de viajeros no se puedan tranportar bicicletas es una vez más consecuencia de la ausencia de un espacio específico para ellas en los vagones. Los usuarios de trenes que quieren transportar su bicicleta es cada vez mayor, pero parece que las infraestructuras están tardando algo más en adaptarse.

En los trenes de cercanías parece que hay sobre todo restricciones horarias que tratan de evitar que metas tu bici en el tren en plena hora punta: si tu idea era ir a trabajar combinando tren y bici, lo tienes complicado. Aquí una vez más el hecho de tener una bici plegable te ayudará con tus sanas intenciones, ya que al ser algo relativamente nuevo los revisores pueden quedar lo bastante desconcertados al ver una como para no hacerte bajar del tren a las siete de la mañana. Sin embargo no puedo decir que me sienta muy tranquila al llevar mi bici en el cercanías: procuro sentarme en los asientos cercanos a las puertas, o los que son perpendiculares al sentido de la marcha, los asientos están plegados y no tienes un viajero sentado delante, así que puedes meter tu bici bajo tus piernas y controlar que no baile o se caiga con los movimientos del tren; lo que no sé es si, en caso de una detención de emergencia, seré capaz de sujetarla y evitar que golpée a algún otro viajero. Un compartimento específico en el que poder fijar la bici sin llevarla mezclada con los viajeros mejoraría las condiciones de seguridad.

En resumen, cojas el tipo de tren que cojas, parece que se echan en falta espacios e instalaciones para transportar tu bicicleta con seguridad para ella y para el resto de viajeros. ¿Qué fué antes?¿El huevo o la gallina? Como no parece que haya muchas personas interesadas en llevar su bicicleta en un tren, las compañías ferroviarias no preparan los vagones para soportar un número aceptable de bicicletas; pero muchos ciclistas se desaniman viendo las condiciones en que deberían llevar sus bicicletas en los trenes.

Combinar tu bicicleta con el transporte público

Asociación belga por el transporte en bici

He dado con el sitio Web de la asociación Belga Pro Vélo, que trabaja para asesorar a la Administración en el desarrollo de estructuras para la movilidad en bicicleta, y organiza eventos para promover el uso de este medio de transporte sostenible.

Tienen una página dedicada a las bicicletas plegables, y he creído detectar cierto tono de queja hacia los medios de transporte público belgas, ya que una de las principales ventajas con las que cuentan las bicicletas plegables es la facilidad para combinarlas con otros medios de transporte público, que no tienen las bicicletas tradicionales.

No he podido evitar comparar la situación Española con la de otros países Europeos: Sin sentirme en absoluto como el Alcalde de Villar del Río ante la inminente llegada de Mr. Marshal, no puedo dejar de lamentar nuestro retraso en este aspecto con respecto a países como Holanda, Bélgica, Francia o Alemania. Si bien una mayor tradición de transporte en bicicleta en estos países justifica su mayor avance, hace ya mucho que España es Europa en muchos otros aspectos, y nuestra climatología debería justificar una puesta al día en cuanto a transporte sostenible se refiere.

El tema da para mucho, así que a lo largo de esta semana intentaré escribiros cada día acerca de las posibilidades de combinar una bicicleta, tradicional o plegable, con otros medios de transporte.