Paseaba ojeando el escaparate de Calmera mucho antes de tener mi bici plegable, antes de tener mi bici de montaña.. Incluso antes de haber aprendido siquiera a montar en bici. Y la apuesta de esta tienda de Madrid por el ciclismo urbano siempre ha estado ahí, en los modelos de bicis de su escaparate, en los mensajes que adornan su cristalera, en los carteles de diversas acciones a favor del ciclismo que abarrotan su puerta de entrada.
El ciclismo urbano ha experimentado un gran crecimiento en los últimos dieciocho meses, yo misma no empecé a moverme por ciudad en bici hasta hace un par de años, sin embargo Calmera lleva varias décadas apostándo por esta forma de movilidad, y parece que por fin se cumplen sus vaticinios.
Hoy me he acercado a conocerlos porque creo que tienen experiencia suficiente como para que su visión del ciclismo urbano merezca mucho la pena. Para ellos se trata de una apuesta moral, los propietarios de esta tienda de Madrid se desplazan a diario en bici y ven mucho futuro y grandes ventajas en este medio de transporte. Pero la tienda es su medio de vida, y se ha tratado también de una apuesta empresarial: por el sector al que se dedican hace mucho que los socios de Calmera viajan por toda Europa, sobre todo a Alemania, donde se celebra la mayor feria de ciclismo de Europa. En sus viajes se dieron cuenta de que en las ciudades del norte de Europa el verdadero mercado eran las bicicletas urbanas; mientras que en España casi todos, empresarios y usuarios, nos centrabamos en la bicicleta como instrumento de ocio o deportivo, en carretera o en montaña, en Calmera comprendían que el ciclismo urbano tenía muchísimos más usuarios potenciales: el ciclismo urbano se practica a diario, para los desplazamientos habituales al trabajo, a comprar o a llevar a los niños al colegio, no sólo los fines de semana para hacer deporte; el ciclista urbano entra en una franja de edad muy amplia, desde los niños hasta la tercera edad, mientras que el ciclista deportista suele andar en franjas más reducidas; además, lamentablemente no se ven muchas chicas que practiquen el ciclismo como deporte de manera habitual, sin embargo en ciudad puedes ver pedaleando a tantas chicas como chicos.
Madrid además tiene un factor que impulsa el ciclismo urbano, y es el número de personas que vienen de fuera a estudiar o trabajar, que no disponen de coche o que no terminan de acostumbrarse al ritmo y los atascos de la Villa. Y sin embargo Javier, uno de los socios de Calmera, siente que en Madrid vamos retrasados en lo que a ciclismo urbano se refiere, tal vez por esa misma densidad del tráfico que convierte en un deporte de aventura y supervivencia recorrer un par de kilómetros por el centro de la capital. Por suerte la peatonalización de ciertas zonas del centro, una mayor conciencia medioambiental, y también un cambio en la actitud de los conductores, que poco a poco van asumiendo que comparten las calles con otro tipo de vehículos, están contribuyendo a la proliferación de ciclistas urbanos por todos los rincones de la ciudad.
Calmera lo nota en las ventas: pese a que siempre han tenido una bien nutrida oferta de bicicletas urbanas, antes se vendían muy pocas; sin embargo ahora es raro el día que no se vende alguna. En su opinión no es tanto una cuestión de ahorro como una cuestión de cambio de mentalidad: “antes el que iba en bici era porque no podía permitirse un coche; ahora hay más gente que considera que la bici es un complemento más de su imagen, como la ropa”, y eso se nota en la enorme variedad de bicicletas urbanas que se pueden encontrar, para todos los gustos y todos los estilos. No sólo los empresarios del mundo de la bicicleta viajan, la Unión Europea, Interrail y los vuelos “low cost” han hecho que sean muy pocos los que aún no han visitado a sus vecinos de Europa, y en esas visitas a Amsterdam, a Munich, a Estrasburgo y a tantas otras ciudades europeas es fácil cruzarse con personas vestidas con ropa cara pedaleando sobre bicis con aspecto de ser aún más caras.
Las ventas de bicicletas plegables de gama alta, como Brompton, lo atestiguan. Aunque las ventas de bicicletas de entre 250 y 400 euros siguen siendo las más numerosas, ahora se ha hecho habitual la venta de modelos de entre 800 y 900 euros, algo que antes sucedía sólo ocasionalmente.
A pesar de todo queda mucho trabajo por hacer en Madrid: la mayor iniciativa que se ha llevado a cabo ha sido el Anillo Verde de Madrid, que no termina de solucionar el problema de transporte diario. Aunque se habla de la creación de carriles bici en las principales vías de comunicación que cruzan la ciudad, todavía no hay un plan claro, y los recortes presupuestarios que se avecinan no son muy alentadores.
Lo que sí debe animarnos a seguir montando en bici es que cuantos más ciclistas ruedan por las calles, más seguro es circular para todos: los conductores se acostumbran a tenernos en cuenta, y las administraciones tienen más presión para desarrollar la infraestructuras necesarias.
Y ya que el blog se llama “biciplegable”, hoy he descubierto el dato curioso del mes: al parecer muchos de vosotros (he hecho un sondeo entre los amigos) recordais haber tenido un modelo plegable de BH; no tenía nada que ver con los modelos de bicis plegables actuales, y estaba pensada para niños, pero ahí tenemos el precedente español; lo que a lo mejor no sabíais es que hace ya veinte añazos que Calmera vende bicicletas plegables Dahon; por aquel entonces eran bicicletas especialmente pensadas para los barcos y tenían bastante menos público, pero ¡ahí las teníamos!
NOTA: pese a lo que pueda parecer, este post no está patrocinado ni nada similar, sencillamente es que esta gente de Calmera, ¡es así de maja! Como casi todo el mundo en esto de la bici.
3 ideas sobre “Calmera, una apuesta empresarial por el ciclismo urbano”
Pedazo artículo, enhorabuena!
Lo que no sabía era que las Dahon de hace 20 años eran para “pedalear en barcos”.
Calmera, una de las más antiguas tiendas de bicis de Madrid, y de las que mejor trato dan al cliente (aunque a veces tarden un poco en atenderte).
Algún día la bicis dominarán las calles!
Mi primera bici fue una de esas BH plegables. Mi padre nos la compró para los tres hermanos y la llevábamos en el 600 a la casa de Campo. Al final terminó partiéndose por la mitad. ¡qué tiempos!
¡Qué bueno! ¿No tendrás fotos de la bici que quieras compartir? Yo hoy me he encontrado aparacada en la calle una motoretta plegable con aspecto de tener unas cuantas décadas, pero no llevaba cámara para fotografiarla!