En todas las ciudades el problema parece ser el mismo: falta una verdadera intención de convertir el ciclismo urbano en una alternativa de transporte real.
El artículo que publica hoy El País sobre el estado del ciclismo urbano en Valencia está lleno de referencias que me resultan tristemente familiares.
Arranca con la paradoja que a cualquiera de nosotros nos ha asaltado alguna vez: ¿cómo puede ser que en países en los que la lluvia abunda tanto como escasean las horas de luz diúrna se practique el ciclismo urbano mucho más que en las ciudades españolas, cuyas condiciones medioambientales son excelentes? Pues porque la ciudad está pensada para los coches más que para los ciudadanos, y mucho menos para las bicis.
Pese a que a mediados de los ochenta Valencia fue de las primeras ciudades españolas equipadas con carriles bici, estos están inconexos, trazan rutas muy poco útiles, sus trazados son irregulares en cuanto a color, tipo de pavimento.. Por lo que resulta difícil conseguir que los peatones los identifiquen fácilmente y no los ocupen, eso cuando no están ocupados por bancos y papeleras colocados ahí por el mismo Ayuntamiento que creó el carril. Seguro que todo esto os suena tanto como a mí.
Sin embargo se ha puesto de moda que los municipios cuenten con bicicletas de uso público (Barcelona, Sevilla, Zaragoza y otras ciudades ya cuentan con ellas), y Valencia se propone poner en marcha este servicio en septiembre de 2009. La iniciativa es positiva pero nos queda por ver cómo se hará la puesta en marcha: en Alcalá de Henares también se ha puesto en marcha este servicio, aunque a bastante menor escala, se pueden recoger bicicletas en el Ayuntamiento y en el caseta de información del Parque de los Cerros. Casi nadie lo sabe, y es normal: es un servicio apenas publicitado salvo por su breve reseña en el sitio Web del Ayuntamiento, las bicis no están a la vista, no cabe la posibilidad de utilizarlas para ir de un punto a otro (Ayuntamiento y Parque Natural están bastante alejados), sino que más bien están concebidas como un servicio para visitar la ciudad en bici y devolverla en el mismo punto en que se recogió. Eso sí, una vez sales del Ayuntamiento con tu bici, no cuentes con encontrar en todo el centro (que es lo que se suele visitar dando un paseo) un sólo carril bici: te toca circular por la calzada; ¡Ah! Y nada de usar la bici para visitar el monumento más emblemático de la ciudad, la fachada de la Universidad: paso por ahí a menudo con la bici y no he tenido la mala suerte de cruzarme con ningún municipal, pero sí que he pasado por ahí andando en el momento en que alguien con menos suerte que yo era reprendido porque “no se puede pasar por esa plaza en bici”.
En fin, que queda muy bien salir en todos los medios diciendo que vas a poner en marcha un servicio público de alquiler de bicis, pero lo esencial es plantear ese servicio de manera que sea verdaderamente útil para los ciudadanos: antes de instalar los parkings y las bicis habría que revisar la red de carriles bici, mejorarla y ampliarla, y plantear la convivencia de todos los usuarios de manera que sea segura y no se generen conflictos. A ver qué tal se les da en Valencia.
3 ideas sobre “Ciclismo urbano en Valencia”
Deberían trazarlos por la calzada, con pintura blanca igual que la del resto de señalizaciones horizontales. De esta forma evitaríamos molestias al peatón, tranquilizaríamos el tráfico, y la inversión sería mínima de cara a los presupuestos.
Esto se podría traducir en una mayor partida para reponer bicis dañadas o mejorar las infraestructuras que desarrollen: parquímetros para la recarga de la tarjeta del abono (en Sevilla es electrónico-magnética), zonas visibles para el estacionamiento, campañas publicitarias (que no pueden faltar cada vez que se les enciende la bombilla a los mandamases)…
Supongo que habrá argumentos y opiniones para todo, así que me remitiré a lo que hacen otros (que no tiene por qué ser lo mejor, aunque buscaré lo que hacen otros con más experiencia en ciudades amigables para la bici).
En otros países los carriles bici se pintan de color para evitar que se confundan con las señales horizontales para vehículos: Una línea contínua en el suelo puede confundirse con otras señales para el tráfico, y no sé si es posible dibujar bicis sobre el carril con suficiente frecuencia; sé que la franja la puede hacer una máquina símplemente pasando por el carril, pero no sé si las bicis hay que pintarlas “manualmente”.
Lo que sí sería conveniente es que este color fuese uniforme en todo el país, e incluso mejor si fuese igual en toda Europa. En España te puedes encontrar carriles bici rojos, azules, verdes, amarillos… Si conduces por una ciudad en que son rojos y vas a otra en la que son azules tardas un poco en identificarlos, y eso es algo peligroso para el ciclista.
Otra medida de seguridad para el ciclista – aunque esta se practica en algunos países y en otros no, habría que ver los argumentos a favor y en contra – es separar el carril de la calzada mediante un resalte que disuada al conductor de invadirlo. Cuando he circulado por carriles bici con este resalte sí me he sentido más segura frente al coche, pero es importante cuidar dónde y cómo se ponen esos resaltes: si el carril es muy estrecho o de doble sentido un ciclista con menos experiencia podría acercarse demasiado y caer; si se hace el resalte por toooodo el carril sin tener en cuenta posibles giros y cruces, el carril se convierte en una torura para el ciclista.
En lo que estoy muy de acuerdo contigo es en que a menudo los Ayuntamientos se empeñan en complicarse la vida innecesariamente, y añaden multitud de absurdos al proyecto, lo que convierte cada metro de carril bici en un gasto astronómico. Así no es de extrañar que la predisposición a desarrollar infraestructuras para el ciclismo urbano sea más bien reducida. Cuanto más sencillo sea el planteamiento, mejor. La opción de hacer el carril bici sin más necesidad que pintarlo sobre la calzada que ya existe es excelente, su bajo coste pone al alcance de un Ayuntamiento crear muchísimos kilómetros de carriles, y evita la necesidad de meterse en obras que al final mosquean al ciudadano.
Mira una acción de hace un par de años en Madrid:
http://www.profesionalespcm.org/_php/MuestraArticulo2.php?id=9830
Creo recordar que el carril bici iba de Colón a Ciudad Universitaria, y lo pintaron en una noche… como cuando, tras unas cervezas y copas con los colegas, os picais mutuamente a hacer algo que de otra forma no harías.