Aunque el término “sostenibilidad” esté bastante manido y ajado desde hace ya algún tiempo, sigue ocupando las mentes de muchos ciudadanos. No importa lo usada y abusada que haya sido, la sostenibilidad es un objetivo que nos vemos obligados a perseguir por economía – aumento de los precios del petróleo, del gas natural, de la energía eléctrica… -, y que deberíamos alcanzar por conciencia, porque queremos vivir y dejar un mundo – ahí va otro término marchito por el uso –habitable.
El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España ha presentado un paquete de treinta y una medidas para reducir el consumo energético, y aunque alguna de las que más ruido han hecho en la prensa pueda parecer una majadería (¿regalar bombillas de bajo consumo? ¿Qué repercusión tendrá esta medida cuando corresponde una a cada hogar que usa una media de 10 bombillas?¿cuán necesaria es si se van a retirar las incandescentes del mercado?¿No hay inversiones a largo plazo y más productivas que hacer?), las hay que se refieren a la movilidad urbana y más concretamente al uso de la bicicleta.
La medida número 13 del paquete habla de conseguir más financiación para apoyar más planes de movilidad urbana sostenible en más ciudades españolas, la número 16 plantea la extensión de los horarios de apertura del metro los fines de semana, y el punto 17 propone promover el transporte urbano en bicicleta mediante la ampliación de las redes de carriles bici urbanos y la puesta a disposición de los ciudadanos de bicicletas de uso público.
Se me ocurren bastantes más medidas a poner en marcha para incentivar el uso de la bicicleta urbana, como algún plan de sensibilización de automovilistas y peatones hacia las bicicletas, la inclusión – inspirada por mis últimos posts – de infraestructuras en autobuses, trenes y metro para poder llevar tu bicicleta y combinarla con estos medios de transporte, la mejora y el correcto mantenimiento de las calzadas… Pero estas dos medidas son un buen comienzo, siempre y cuando se planteen correctamente.
Seguramente tu ciudad cuenta con algún que otro carril bici, ¿verdad? Pero… ¿has probado a circular por él? Se hace patente la necesidad de planificar estas redes de carriles específicos, porque la mayoría de ellos se colocan en zonas alejadas de las ciudades, no comunican entre sí, llevan del punto A al punto B con menor interés… Porque, o no ha habido ningún planteamiento serio ni ninguna estrategia a la hora de determinar la ubicación de estos carriles, o se han considerado estructuras meramente recreativas, y no como una alternativa seria de transporte urbano. En Alcalá, por ejemplo, tenemos el campus universitario dividido en dos: las facultades de letras y ciencias sociales se ubican en el centro de la ciudad, casi siempre en edificios históricos, mientras que las facultades de ciencias médicas, ingenierías, etc, se sitúan en un campus “externo” a la ciudad, junto con las residencias para estudiantes. En una ciudad con alto atractivo para estudiantes Erasmus resulta chocante descubrir que no hay carriles bici que comuniquen un campus con otro, ni tan siquiera las facultades del centro están comunicadas entre sí. Abandonando el ámbito universitario, la zona centro es muy visitada por turistas, pero también es el centro económico de la ciudad, al que hay que acudir para casi cualquier gestión: con el Ayuntamiento, la Seguridad Social, para ir al médico, hacer tus compras… Pues no hay ni un sólo carril bici en el centro de la ciudad, ni que lleve de la estación de tren o de la estación de autobuses… a Ninguna parte: Alcalá de Henares cuenta con un carril bici que comunica un polígono industrial con uno de los extremos en que acaba la ciudad “residencial”; también hay un paseo – que no carril bici propiamente dicho – junto al río Henares, que delimita la ciudad en otro de sus extremos, y en el que, como es natural, es bastante complicada la convivencia con los peatones, que en este caso tienen toda la preferencia; en las últimas ampliaciones de la ciudad también se han hecho carriles bici, pero estos, una vez más, no comunican con el centro, no están siendo mantenidos y presentan un firme más que irregular debido a los levantamientos ocasionados por las raíces de los árboles, casi siempre están ocupados por peatones, y cuando no es así, están ocupados por… Kioskos de helados.
Barcelona ha sido pionera en la implantación de bicicletas de uso público con su sistema “bicing“, del que ya me estoy informando para alguno de mis próximos post. Ya me estuve informando algo durante el Bike Show de 2007 y me pareció una gran idea. Aunque algunos, por ejemplo yo, puedan preferir moverse sobre su propia bicicleta, este sistema te da toda la libertad para coger y dejar una bicicleta donde más te convenga, sin preocuparte porque te la roben o dañen. La red de estaciones parece que está muy bien estudiada, colocándolas siempre junto a estaciones de autobús, tren o metro, y aunque aún no están todas abiertas, pronto cubrirán todo el centro de Barcelona. Este sistema de bicis de uso público es de lo más flexible que se pueda plantear. Mientras que las redes de transporte público tradicionales tienen unas estaciones y unos recorridos fijos, y desplazan a todos los viajeros juntos, la bicicleta de uso público permite que cada usuario pueda desplazarse exáctamente hasta el punto que prefiera. Aunque aún tengo que acercarme por Barcelona para comprobar por mí misma la comodidad del sistema, creo que es una buena iniciativa que debería extenderse a muchas otras ciudades.
Este nuevo plan de reducción del consumo energético parece una buena oportunidad para el desarrollo del ciclismo urbano. Es una pena que muchas de las medidas dependan de Administraciones locales o regionales que, seguramente, retrasarán su puesta en marcha.