Bicicletas plegables y ciclismo urbano

Primeras sensaciones sobre una bicicleta plegable

Si estás acostumbrado a montar en bicicletas “normales”, la primera vez que te subas a una bicicleta plegable seguramente te sentirás un poco inseguro, pero esa es una sensación que desaparece enseguida.

Sobre una plegable tu espalda permanece vertical
Sobre una plegable tu espalda permanece vertical

Lo primero que te choca es la postura: yo por ejemplo estoy acostumbrada a ir sobre bici de montaña con el sillín casi a la misma altura del manillar, para ir agachada y aprovechar al máximo la potencia de la pedalada. En una bicicleta plegable se podría decir que vas como un “Lord Inglés”, con la espalda perfectamente vertical y porte señorial. Las bicicletas plegables están pensadas para ciudad, así que no esperan que tengas que superar trialeras ni grandes pendientes: aún así, sus marchas te permiten ir bastante cómodo incluso saliendo de túneles o, en mi caso, superando la rampa del parking.

Otra sensación sorprendente sobre una bicicleta plegable es la velocidad: al verla tan pequeña no te lo esperas, pero lo cierto es que, al tener las ruedas más pequeñas, necesitas menos esfuerzo para ponerlas en movimiento. Sus siete velocidades, lo mismo que te permiten superar airoso rampas empinadas, te pueden hacer alcanzar velocidades de vértigo en el piñón más pequeño (las Dahon urbanas sólo tienen un plato, y siete piñones), y lo mismo que para ponerte en marcha, el tamaño de las ruedas te ayuda bastante a no notarlo apenas cuando bajas piñones. La sensación de velocidad se ve incrementada por el hecho de que estas dando pedales con bastante mayor frecuencia que sobre cualquier otra bicicleta.

Unión entre manillar y rueda delantera
Unión entre manillar y rueda delantera

La novedad con respecto a otras bicicletas que te hará sentir más inestable es la barra que une el manillar y la rueda. En una bicicleta normal sueles encontrarte con una potencia que desciende unos 8 cm hasta unirse con el cuadro, pero en una bici plegable esta barra se une directamente a la rueda, y la sensación de control sobre la dirección es bastante distinta: al principio tiendes a hacer oscilar la rueda de un lado a otro, y te parece que la direción es mucho más sensible a cualquiera de tus movimientos. Lo cierto es que apenas necesitas rodar unos metros para sentirte más cómodo con esta nueva disposición, y además, esa mayor “sensibilidad” de la dirección también te permite mantener mejor el equilibrio cuando tienes que ir despacio, por ejemplo, porque te has subido a la acera y no te queda más remedio que ser respetuoso con el peatón que tienes delante.

Estas son las tres cosas que más te chocarán cuando te montes por primera vez en tu bici, pero insisto en que te habituarás con bastante facilidad. Por lo demás, se llevan como cualquier bici, pedaleando e intentando disfrutar de cada metro.

Sólo debes tener en cuenta un par de pequeños inconvenientes: por un lado estas bicis, aunque son muy juguetonas y divertidas, no son aptas para subir bordillos tirando de manillar. Su geometría dificulta levantar la rueda delantera del suelo (que se puede hacer si te empeñas, pero no circulando normalmente), y sus pequeñas ruedas acusarán bastante el bache. Al bajar de un bordillo la situación es algo más sencilla, pero arriesgada: con una bicicleta con ruedas de 26′ puedes estar acostumbrado a bajar de los bordillos sin cambiar siquiera tu postura sobre la bici, son escalones pequeños y apenas pierdes la estabilidad. Pero si vas sobre una bici plegable, sus pequeñas ruedas, como te decía, van a acusar bastante la diferencia de altura, y te pueden hacer perder el equilibrio con bastante facilidad si no vas atento.

El otro inconveniente es el deslizamiento. Tal vez a los que rodáis sobre bicicleta de carretera esto no os sorprenda tanto, pero yo, acostumbrada a los tacos y la goma de mis cubiertas de montaña, me llevé un buen susto la primera vez que me ví deslizando varios metros sobre el adoquinado liso de la calle un día de lluvia: las cubiertass de una bici plegable están hechas para moverse por ciudad y para ser ligeras – o al menos no tan pesadas como unas gruesas cubiertas de montaña -, así que son lisas y bastante duras para sobrevivir a la abrasión del asfalto. Cuidado con las calles adoquinadas, las aceras y plazas lisas, y los días de lluvia.

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