El País ha publicado hoy un artículo sobre la movilidad urbana en Europa y España.
En España los principales problemas no varían: Las medidas que se proponen o se adoptan se quedan en anécdota por la falta de continuidad, y sobre todo por la falta de coordinación entre las distintas comunidades, que hacen la guerra cada una por su lado a falten ausencia de una normativa estatal sobre movilidad.
autobus
Miguel Sebastián y su plan para reducir el consumo energético
Aunque el término “sostenibilidad” esté bastante manido y ajado desde hace ya algún tiempo, sigue ocupando las mentes de muchos ciudadanos. No importa lo usada y abusada que haya sido, la sostenibilidad es un objetivo que nos vemos obligados a perseguir por economía – aumento de los precios del petróleo, del gas natural, de la energía eléctrica… -, y que deberíamos alcanzar por conciencia, porque queremos vivir y dejar un mundo – ahí va otro término marchito por el uso –habitable.
El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España ha presentado un paquete de treinta y una medidas para reducir el consumo energético, y aunque alguna de las que más ruido han hecho en la prensa pueda parecer una majadería (¿regalar bombillas de bajo consumo? ¿Qué repercusión tendrá esta medida cuando corresponde una a cada hogar que usa una media de 10 bombillas?¿cuán necesaria es si se van a retirar las incandescentes del mercado?¿No hay inversiones a largo plazo y más productivas que hacer?), las hay que se refieren a la movilidad urbana y más concretamente al uso de la bicicleta.
La medida número 13 del paquete habla de conseguir más financiación para apoyar más planes de movilidad urbana sostenible en más ciudades españolas, la número 16 plantea la extensión de los horarios de apertura del metro los fines de semana, y el punto 17 propone promover el transporte urbano en bicicleta mediante la ampliación de las redes de carriles bici urbanos y la puesta a disposición de los ciudadanos de bicicletas de uso público.
Se me ocurren bastantes más medidas a poner en marcha para incentivar el uso de la bicicleta urbana, como algún plan de sensibilización de automovilistas y peatones hacia las bicicletas, la inclusión – inspirada por mis últimos posts – de infraestructuras en autobuses, trenes y metro para poder llevar tu bicicleta y combinarla con estos medios de transporte, la mejora y el correcto mantenimiento de las calzadas… Pero estas dos medidas son un buen comienzo, siempre y cuando se planteen correctamente.
Seguramente tu ciudad cuenta con algún que otro carril bici, ¿verdad? Pero… ¿has probado a circular por él? Se hace patente la necesidad de planificar estas redes de carriles específicos, porque la mayoría de ellos se colocan en zonas alejadas de las ciudades, no comunican entre sí, llevan del punto A al punto B con menor interés… Porque, o no ha habido ningún planteamiento serio ni ninguna estrategia a la hora de determinar la ubicación de estos carriles, o se han considerado estructuras meramente recreativas, y no como una alternativa seria de transporte urbano. En Alcalá, por ejemplo, tenemos el campus universitario dividido en dos: las facultades de letras y ciencias sociales se ubican en el centro de la ciudad, casi siempre en edificios históricos, mientras que las facultades de ciencias médicas, ingenierías, etc, se sitúan en un campus “externo” a la ciudad, junto con las residencias para estudiantes. En una ciudad con alto atractivo para estudiantes Erasmus resulta chocante descubrir que no hay carriles bici que comuniquen un campus con otro, ni tan siquiera las facultades del centro están comunicadas entre sí. Abandonando el ámbito universitario, la zona centro es muy visitada por turistas, pero también es el centro económico de la ciudad, al que hay que acudir para casi cualquier gestión: con el Ayuntamiento, la Seguridad Social, para ir al médico, hacer tus compras… Pues no hay ni un sólo carril bici en el centro de la ciudad, ni que lleve de la estación de tren o de la estación de autobuses… a Ninguna parte: Alcalá de Henares cuenta con un carril bici que comunica un polígono industrial con uno de los extremos en que acaba la ciudad “residencial”; también hay un paseo – que no carril bici propiamente dicho – junto al río Henares, que delimita la ciudad en otro de sus extremos, y en el que, como es natural, es bastante complicada la convivencia con los peatones, que en este caso tienen toda la preferencia; en las últimas ampliaciones de la ciudad también se han hecho carriles bici, pero estos, una vez más, no comunican con el centro, no están siendo mantenidos y presentan un firme más que irregular debido a los levantamientos ocasionados por las raíces de los árboles, casi siempre están ocupados por peatones, y cuando no es así, están ocupados por… Kioskos de helados.
Barcelona ha sido pionera en la implantación de bicicletas de uso público con su sistema “bicing“, del que ya me estoy informando para alguno de mis próximos post. Ya me estuve informando algo durante el Bike Show de 2007 y me pareció una gran idea. Aunque algunos, por ejemplo yo, puedan preferir moverse sobre su propia bicicleta, este sistema te da toda la libertad para coger y dejar una bicicleta donde más te convenga, sin preocuparte porque te la roben o dañen. La red de estaciones parece que está muy bien estudiada, colocándolas siempre junto a estaciones de autobús, tren o metro, y aunque aún no están todas abiertas, pronto cubrirán todo el centro de Barcelona. Este sistema de bicis de uso público es de lo más flexible que se pueda plantear. Mientras que las redes de transporte público tradicionales tienen unas estaciones y unos recorridos fijos, y desplazan a todos los viajeros juntos, la bicicleta de uso público permite que cada usuario pueda desplazarse exáctamente hasta el punto que prefiera. Aunque aún tengo que acercarme por Barcelona para comprobar por mí misma la comodidad del sistema, creo que es una buena iniciativa que debería extenderse a muchas otras ciudades.
Este nuevo plan de reducción del consumo energético parece una buena oportunidad para el desarrollo del ciclismo urbano. Es una pena que muchas de las medidas dependan de Administraciones locales o regionales que, seguramente, retrasarán su puesta en marcha.
Soporte para bicicletas en un autobús urbano
httpv://www.youtube.com/watch?v=p3XjiIOHwro
Si en mi anterior post hablaba de la iniciativa que empieza a funcionar en Francia, aquí tenemos a los californianos presentándonos una solución que ni siquiera requeriría modificar el interior de los autobuses.
Queda la duda de si la normativa de seguridad vial europea vería con buenos ojos esta instalación en el exterior de los autobuses, y comprobar cuántas bicicletas podrían llevarse.
Combinar tu bici con el autobús
Conozco de cerca el caso de Estraburgo como ciudad pionera en la inversión en transporte sostenible, y recuerdo los amplísimos parkings para bicicletas en las cabeceras de las principales líneas de autobús y tranvía. Estrasburgo me dará para otro post, baste aquí para hacer notar que no recuerdo haber visto un sólo parking para bicicletas en una parada de autobús en España.
Así que si deseas combinar el autobús con tu bici, tendrás que llevártela contigo. Da igual que tomes un larga distancia, un regional o un urbano, no puedes llevar tu bicicleta en el habitáculo de un autobús. Desde luego no hay espacio para guardar una bicicleta tradicional en ningún rincón del autobús, y en el caso de una bicicleta plegable todo depende del criterio del conductor del autobús, que por lo general es NO. Efectivamente, los autobuses tienen un riesgo mayor de sufrir accidentes que los trenes, y un proyectil del tamaño, peso y consistencia de una bicicleta plegada no debería introducirse en un autobús con todos los viajeros.
Así que para llevar tu bicicleta en el autobús, deberás abandonarla a su suerte en la bodega, donde suele dejarse también el equipaje más voluminoso, a merced de los vaivenes, chocando con los laterales, arrastrando contra el suelo… Un viaje movidito y poco saludable para tu bici. Yo que tú no lo haría, a no ser que tengas una maleta rígida en la que guardarla.
Yo suelo moverme sobre una bicicleta y con un ordenador portátil a cuestas, y he de decir que mi empresa no ha invertido en portátiles ligeros, así que cargo con unos 5 kg de ordenador, más su cargador, ratón y otros accesorios. Un peso considerable, un objeto contundente, y que sí que puedo subir al autobús.

Está claro que no es comparable el daño que puede ocasionar una bicicleta con el que pueda ocasionar mi ordenador, pero si viajas en autobuses urbanos e interurbanos a diario seguro que has visto a viajeros cargados con bultos grandes y pesados que podrían ser bastante peligrosos en una colisión, y que el conductor sí les permite subir al habitáculo. En la mayor parte de los casos, esos bultos podrían depositarse en la bodega del autobús, pero se suben al habitáculo para “ganar tiempo” y no obligar a una parada más prolongada para que los viajeros dejen o recojan sus pertenencias. En el caso de una bicicleta no hay modo seguro de dejarla en la bodega. Una vez más falta la infraestructura, no existe un lugar específico para dejar tu bicicleta. Puede que reste bastante espacio para los viajeros, pero algunas ciudades francesas – aún no es algo generalizado – han considerado que merecía la pena incluir esta instalación en sus autobuses. Ya investigaré qué motivos les han llevado a esta conclusión.